Para mañana es tarde, o no.

A menudo nos encontramos con el dilema de lo que necesitamos, queremos o debemos hacer hoy y lo que podemos dejar para mañana, especialmente cuando se trata de cosas que dependen de nosotros. Cuando las cosas no dependen de nuestra voluntad, en ocasiones deseamos que ocurran «ya mismo» acontecimientos que llevamos tiempo deseando, en el proceso se asoman la frustración, el desespero, la ansiedad y florecen manías inimaginables en otros tiempos, y es que la espera trae consigo un carrusel de emociones que pueden provocar reacciones adversas o beneficiosas según la habilidad que tengamos para enfrentarnos a ella.

Aprender a diferenciar las cosas que dependen de nosotros y las que no, es vital para mantener sana nuestra mente y no volvernos locos en el día a día, al no saber distinguirlas podemos dejar de hacer cosas necesarias y dedicar mucho tiempo a las que no podemos controlar, el resultado es un desgaste físico, emocional y muchas veces económico. La irritabilidad es otra de las consecuencias de no tener un equilibrio en nuestras acciones.

Otro tema importante es diferenciar una necesidad de un deseo, las necesidades deben cubrirse lo mas pronto posible, especialmente si atañen a la salud, el deseo debe sopesarse y analizar siempre si compensa el esfuerzo, es gratificante poder cumplir sueños y deseos pero no debemos poner en peligro nuestra salud, patrimonio, relaciones familiares y nuestra energía en ello, ser realistas con nuestra capacidad económica, física y emocional nos ayudará a planificar la manera de lograr nuestros deseos sin que se nos vaya la vida en ello y tendremos claro si asuntos como viajes, pérdida de peso, tipos de alimentación, ropa, coches, educación, eventos entre otras son una necesidad o un deseo.

La ropa tendida en una silla esperando ser planchada y guardada, las ventanas sucias desde hace semanas, la baldosa que hay que reponer, la blusa que hay que entallar, los calcetines que se deben zurcir, el libro a mitad de páginas, el idioma que hay que practicar, las manchas de la pared, el mensaje sin responder, la llamada a un familiar, documentos que actualizar, un tratamiento médico a seguir y un sinfín de pequeñas cosas que sí dependen de nuestra acción, con frecuencia decimos mañana lo hago y cuando menos lo esperamos han pasado semanas, meses y hasta años.

Viajar alrededor del mundo, ganar un premio, la salud de un ser querido, asuntos relacionados con la política y las administraciones gubernamentales, el fin de las guerras y desastres naturales están fuera de nuestro control y aceptarlo nos ayudará a no enfermar, a no caer en desesperanza y disminuirá nuestra ansiedad, así como también nos ayudará a ser pacientes en la espera y persistentes cuando se requiera que nos espabilemos y actuemos. Está en nuestras manos decidir si salimos a dar un paseo bajo la lluvia, pero no que deje de llover, en dar un aliento y medicinas a un enfermo, pero no que sane.

Lo que si está claro es que no debemos privarnos de todo aquello que podamos hacer sin ponernos en peligro, de comer un helado, pasear, bailar, caminar y hacer ese viaje soñado pero para disfrutarlo al máximo debemos primero cumplir nuestros deberes y tareas pendientes para ser merecedores del gratificante descanso.